La carretera empeora terriblemente al acercarnos a la capital. Lo que debería ser una autopista, es un camino de piedras lleno de baches que nos pone seriamente a prueba. Los camiones sólo paran para repostar
Llegamos a Baku pidiendo la hora. Una vez más, toca pelear con el tráfico de una capital, y aunque ya no nos asusta nada, los conductores no ponen las cosas fáciles a los que vamos sobre dos ruedas.
Después de atravesar unos suburbios que se llevarían un premio a la decadencia, llegamos al centro, que es donde se hace evidente la presencia masiva de petrodólares.
Cualquier parecido entre Baku y el resto del país es pura coincidencia. Si en los pueblos, la mujer se quedaba en casa, las calles de Baku parecen una pasarela. La concentración de Mercedes por metro cuadrado es realmente escandalosa, los precios en los mercados, como para salir disparados de esta ciudad.
Nos acercamos a un Irish-Bar en cuanto el reloj marca la Happy-Hour, para celebrar con unas pintas los tres meses de ruta de Cyclotherapy. La primera parte del tour ha terminado. Hay que ver como pasa el tiempo! Pero si éramos unos críos cuando aterrizamos en El Cairo!!!
Baku no tiene mucho que ver. Quedan viejas torres, una muralla y unos caravanserais, pruebas de un pasado mercader. Pasamos 6 días peleando con los cónsules y preparando nuestro asalto a Asia Central
El centro podría pasar por cualquiera de Europa. Es donde se disfruta del pase de la paloma y donde la gente se reúne para relacionarse
Después de unas birras, nada mejor que acercarse a la orilla del mar para que nos dé un poco el aire. Lo malo es que la Peninsula de Abçeron tiene el dudoso honor de ser el tramo de costa más contaminado de la tierra. Aunque se ve que trabajan a marchas forzadas para recuperar el paseo marítimo, la peste que se respira, no invita a quedarse mirando el Caspio.
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